Pirámides
Mientras me agachaba la joven me hablaba:
" Quise dejar de fumar y fui donde la Avenida Roma, al tipo este que te ayudaba con los poderes de no sé qué. El caso es que entré en una sala, el paisano me dijo: fúmate el último cigarrillo.
Me lo fumé, sin prisa, con gusto. El hombre, me pidió el paquete, cogió una pirámide de cristal y empezó a colocármelo en la cabeza, mientras me escojonaba, pronunciaba unas palabras e iba pasándome la pirámide rezando que jamás volvería a fumar, porque yo había decidido que fuese así y le había dado mi tabaco.
Después de eso, terminó, me pidió la voluntad y yo le di 20 euros. Nada más bajar a la calle, entré en el primer bar y compré un paquete de cigarrillos".
La miré atónita, con el ceño fruncido. No sabía realmente si se vanagloriaba de ello o se sentía culpable de haber ido.
Seguí cortando racimos, como cada otoño vendimiando.
2 Comments:
por fin he decidido sumergirme en este oceano de letras, mas agradecida de haberte conocido de lo ke pude imaginar. yo si puedo decir: encantada de leerte..
me kedo con tu relato laconico, me ha herido mi pekeño corazon helado.
un abrazo desde madrid, te debo una visita.
Welcome to my blog, comming soon.
Gracias Isa, espero verte por aquí, a ver si logramos quedar en Madrid :)
Publicar un comentario
<< Home