jueves, octubre 06, 2005

Pirámides

Mientras me agachaba la joven me hablaba:

" Quise dejar de fumar y fui donde la Avenida Roma, al tipo este que te ayudaba con los poderes de no sé qué. El caso es que entré en una sala, el paisano me dijo: fúmate el último cigarrillo.

Me lo fumé, sin prisa, con gusto. El hombre, me pidió el paquete, cogió una pirámide de cristal y empezó a colocármelo en la cabeza, mientras me escojonaba, pronunciaba unas palabras e iba pasándome la pirámide rezando que jamás volvería a fumar, porque yo había decidido que fuese así y le había dado mi tabaco.

Después de eso, terminó, me pidió la voluntad y yo le di 20 euros. Nada más bajar a la calle, entré en el primer bar y compré un paquete de cigarrillos".

La miré atónita, con el ceño fruncido. No sabía realmente si se vanagloriaba de ello o se sentía culpable de haber ido.

Seguí cortando racimos, como cada otoño vendimiando.

2 Comments:

At 3:13 p. m., Anonymous Anónimo said...

por fin he decidido sumergirme en este oceano de letras, mas agradecida de haberte conocido de lo ke pude imaginar. yo si puedo decir: encantada de leerte..
me kedo con tu relato laconico, me ha herido mi pekeño corazon helado.
un abrazo desde madrid, te debo una visita.

 
At 2:58 p. m., Blogger Diego said...

Welcome to my blog, comming soon.

Gracias Isa, espero verte por aquí, a ver si logramos quedar en Madrid :)

 

Publicar un comentario

<< Home